El manubrio de la bicicleta te pegó la sonrisa a la cara esa tarde, te ibas, con un bolso de colores, y no ibas a volver, los juguetes en el baúl hacían silencio, mientras el abrazo de mamá aturdía mis oídos. No hacían falta las palabras, por eso las guardé con tristeza adentro del baúl, junto a todos mis juguetes muertos.
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