I
A la felicidad le salió un bigote, de esos que son estilo maldad. El exterminio de escritores había comenzado.
II
Raúl, que desconocía de guerras, murió acribillado en medio de las cartas de Catalina, que fue reclutada, luego de la trágica noticia, en el albergue de las mujeres tristes de Bernarda, estaba a salvo, o eso creía.
III
Pocas semanas después, la encontraron en la capilla del albergue, con dos tiros en el pecho tendida sobre sus notas.
IV
Antonia, su compañera de cuarto, guardó aquellos papeles teñidos de sangre en el último cajón del ropero.
V
En el albergue cuentan, que Catalina recordaba en aquel momento a Raúl, y que el punto final de su nota había culminado en una sonrisa.
VI
Durante las noches, y como un eco, se escuchaba en el cajón chocar entre las maderas risitas.
VII
Las risas que salían del cajón, invadieron el albergue, que fue incendiando días después.
LA FELICIDAD Y SUS ECOS
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